21 marzo 2008

Barton en el país de las maravillas

o "los inicios del universo de los hermanos Coen"

He disfrutado mucho viendo en el cine una joya de película que inspira estas líneas. Si no recuerdo mal, posteriormente a la excesiva Arizona Baby (Raising Arizona, ‘87) pero antes de llegar a la cumbre con Fargo ('96), se sitúa esta película de la que no se oye tanto como de, por ejemplo, Sangre Fácil (Simple Blood, ‘84) por ser su primera criatura y Muerte entre las flores (Miller’s Crossing, ’90) por ser la iniciadora de su estilo más negro recientemente abortado con No Country for Old Men...

Barton Fink es un dramaturgo algo insociable y ciertamente anodino quien, quizá por pura suerte o por talento verdadero, logra captar el Zeitgeist en Broadway con su primera obra de teatro. El cine llama a su puerta y sin comerlo ni beberlo acaba en un hotel de mala muerte en la capital del desierto del far west. Cual Alicia dormida, despierta Fink a la eterna pesadilla del bloqueo literario. Es incapaz de escribir un guión por encargo, sobre un tema que no le interesa ni por el que siente el más mínimo interés. Los Coen nos dan una lección surrealista sobre la moralidad o doble moralidad del mundo occidental; el gran escritor venerado por Barton, W.T. quien durante sus eternos bloqueos alcohólicos hace escribir a su secretaria­ / amante sus mejores obras. En su ensimismamiento socialista-idealista convierte al psicótico Mad Man Mundt en el auténtico héroe cotidiano de la clase trabajadora.

No suelo contar argumentos, no me suele gustar, pero esta película que gira constantemente sobre la narración (lo que en jerga arrogante se denominaría metanarrativo) no deja otra opción que volver a contar la misma historia. Tras haber visto YA todas las películas de los Hnos más fans de Steve Buscemi, puedo decir que en esta película hay unos de los personajes más auténticos de toda su cinematografía.
Barton pasando calor en la playa
Una película inspiradora del estilo más Jeunetiano; aquí quisiera mencionar el detalle de que esta película fue producida el mismo año que Delicatessen (’91). Sumergida en una estética re-actual de cómic retro (intentos lamentables como Hellboy), con una ambientación en un Los Ángeles de ultratumba y un poquito antisemita de principios de los 40 trascurre esta historia sobre la soledad, el miedo más básico de la carne humana. Quisiera recordar la secuencia final de la película, que describe a la perfección la sensación que te acompaña viendo a Barton en su viaje al país de las maravillas; paseando con pantalones de lana y zapatos sobre la arena de la playa californiana.

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