06 agosto 2009

Ultracool y criminal

Hace un año estaba jartita de Bob Dylan, hoy casi se puede decir lo mismo de los criminales ultracool. Es el caso de la francesa L'instinct de mort / L'ennemi public nº1 y la casi homónima americana Public Enemies. En el caso francés, ambas películas son un alarde de redundancia, por no decir que Jean-François Richet no ofrece nada nuevo en la secuela de L'instinct de mort, ni una historia más trepidante o rica que L'instinct de mort, parte con la que definitivamente me quedo: Cassel chapurreando español, Elena Anaya como siempre guapa y pequeñita, el dúo criminal Jacques / Jeanne, el obesísimo personaje autoparódico de Gérard Depardieu a quien múltiples personajes llaman casi sin poder evitar una sonrisita autocomplaciente "cerdo gordo asqueroso" y el manual de todo mafioso cómo montar y desmontar una banda criminal. La secuela (esa sí se hace larga) únicamente, para placer de a quien les guste (personalmente a mi no), le dedica casi un 50% de los planos a la lolita del cine francés Ludivine Sagnier.

La película a continuación también cumple el requisito de redundante. Michael Mann en su proyecto personal como cronista de la vida criminal americana del último siglo, tras habernos dado Heat, Collateral, y Miami Vice, esta vez se sumerge plenamente en el Biopic del criminal (tras habernos dejado un muy decente retrato en las pantallas en el año 2001 de Muhammad Ali). Dillinger es en la memoria colectiva americana el delicuente más querido del pueblo. Un Robin Hood posmoderno caído del cielo tras la caída de la bolsa en el año 1929. Johnny Depp es uno de los héroes trágicos más atractivos del cine actual, y así como Cassel clava a un ser bruto, y al mismo tiempo como se dice en mi familia esa "fuerza de la naturaleza" que nadie puede parar; Depp ofrece un Dillinger idealista pero con un punto frágil muy americano: his lady y los amigos a quienes no quiere dejar en la estacada. Un buen epitafio criminal de los años cuarenta, con el establecimiento de las grandes bandas mafiosas que actuan en un segundísimo plano pero diseminandose por los más variados sectores, más típico de la mafia de origen italiano actual. Los días de llaneros solitarios como Dillinger estaban contados. En los sesenta y setenta aparecen casos como el de Mesrine (y pobre de tí como pronuciases la ese en su presencia), un llanero solitario, esquizoide pero de lo más cool.

Jarmush que presenta en 'The limits of control' un retrato, esta vez paródico del criminal más que ultracool, ultraestoico. Un personaje enuco, autodisciplinado de la tipología tai chi y que por supuesto "no habla español, verdad?". Un criminal sin causa con un objetivo, tal y como el macguffin más hitchockiano es lo que menos importa de una trama llena de cafés, esperas, mensajes encriptados en conversaciones anónimas en contra del peor villano de la historia, uno de los tipos más entrañables de la historia del cine, Bill Murray.
Vincent Cassel as Jacques Mesrine
Jacques Mesrine
Johnny Depp as Dillinger
John Dillinger
Isaach De Bankolé as the hitman
Namless hitman

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