24 febrero 2013

yo ya no soy yo, mi abuelo es ahora mi padre y mis tíos mis hermanos

Últimamente he vuelto a un tema que encuentra una palabra clave en este blog, las viñetas. He leído dos novelas gráficas seguidas que llegaron a mis manos al mismo tiempo por casualidad. El destino quiso que además las dos trataran un tema que me parece fascinante que incluso ha ocupado bastante investigación en el pasado... y quien sabe si el futuro. 

Quien ha leído esta entrada sabe que un par de cosas que me interesan en esta vida son la identidad y el legado... a nivel institucional comunicar el pasado y asegurarse de que nuestro presente se convierte en Historia lo hacen casas muy grandotas que se llaman museos, bibliotecas, archivos y demás... a nivel personal, que es el nivel que me gusta más, hay que luchar un poco más para que la memoria no pase a la historia desvaneciéndose tras tres generaciones, víctima del olvido.

Quien ha leído las entradas archivadas bajo el tag viñetas sabe que hay otros medios que me fascinan a parte del cine, y este, particularmente, parece un vehículo muy adecuado para convertir memorias en Memorias (que son las memorias ajenas de las que te adueñas). Las memorias propias se entremezclan con las de aquellos con quienes compartimos la vida. Las vivencias comunes nos ayudan a construir nuestra identidad; a tener un presentimiento innato de saber de donde procedemos. La identidad, por mucho que dependa de la personalidad y la experiencia coleccionada, proviene de lo que estuvo antes y no son pocos los casos en que me sorprendo re-viviendo historias ya escuchadas y vividas por aquellos que, con mi sangre, estuvieron antes.

El vínculo entre padre e hijo es inevitable (ver aquí un estudio del arte de volar)
El arte de volar es una historia salida de la imaginación y las entrañas del español Antonio Altarriba que convierte a su padre en el héroe de su historia. Al recuento de los hechos y la vida de este hombre de espíritu libre atrapado en una sociedad atrapada, le pone cara el dibujante Kim. Una biografía inaugurada por una guerra seguida por una vida, a caso, no elegida por la propia voluntad, sino porque las opciones que los jóvenes del campo tenían en los años cuarenta en España no eran innumerables. Antonio (hijo) siente la necesidad de contar la vida de su padre por un vínculo de sangre que les une desde su nacimiento y lo hace desde el respeto y el cariño de quien rinde homenaje a quien más se lo merece. 

Alison se aproxima a su padre por primera vez tras su muerte (ver aquí una sinopsis)
No sólo yo considero que la vida de cualquier padre siempre será llevada al papel mejor que nadie por alguien de su propia sangre. La norteamericana Alison Bechdel confirma mi sospecha con su Fun Home. Una chica de Pennsylvania que creció en una casa nada convencional, descubre cuánto su vida y su identidad, sin saberlo, han estado conectadas con las de su distante padre. Tras su fallecimiento, consigue Alison mirar hacia las excentricidades de su padre con la responsabilidad de quien habla de su mismo reflejo en el espejo. En este caso tan cierto como que para el retrato de su padre, se utilizó a sí misma como modelo, no por falta de recuerdos, sino que intencionadamente Alison se sumerge en la piel de su padre, a veces de modo tan escalofriante como lo hace Antonio hijo al obsequiar a su padre tres amantes de lo más apabullantes.

Entre otras muchas cosas, tanto El arte de volar como Fun Home analizan la huella que deja un padre en cada uno de nosotros; de forma parecida a Maus, la generación que toma el relevo se embarca en un viaje fascinante por el país de la Memoria para reconstruir una historia que la Historia no cuenta.

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